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Blog sobre la Enseñanza y Divulgación de la Física


domingo, 19 de julio de 2009

¿CÓMO ESTÁ LA CIENCIA EN EL PERÚ?

Por Tomas Unger



En la era posindustrial, para salir del subdesarrollo los conocimientos valen más que los recursos naturales. Ciencia, tecnología y educación son indispensables para dar el salto

Especial. Importancia de una disciplina

Publicado en el diario el Comercio (11/11/08)

Estamos en la temporada de los premios Nobel. Como todos los años, la semana pasada publicamos un resumen de los Nobel de Física, Química y Biología-Medicina del año. Al revisar antecedentes y preparar el tema, me encontré con un artículo que escribí hace 15 años. El título me llamó la atención, pues no recuerdo en qué circunstancias lo publiqué, pero al leerlo quedé tristemente sorprendido.

Han pasado tres lustros y mantiene su actualidad, las condiciones no han variado y nos distanciamos cada vez más de los países donde la enseñanza de la ciencia, los conocimientos y el desarrollo de nuevas tecnologías tiene prioridad. Con pena reproduzco el artículo que llevaba el título "Ni admiración ni menosprecio: respeto".

HACE 15 AÑOS DIJE...

Las sociedades tienen diversos medios de recompensar a los que las sirven. Hay títulos, condecoraciones, premios y honores. En la antigüedad los honores venían acompañados de tierras, a veces comarcas enteras. Luego lo fueron de remuneraciones vitalicias y privilegios, todo al final cuantificable en poder adquisitivo. El sistema persiste, y hasta hoy los premios científicos, literarios, educativos, periodísticos y artísticos están unidos a una remuneración. Esto es natural, pues en ninguna sociedad hay estatus sin un mínimo de holgura económica.

Muchos dirán que es triste que a la gente se la juzgue por lo que gana, pero ese no es el caso. A la gente se la juzga mal cuando no gana lo suficiente para dar un nivel de vida decoroso a su familia. Las profesiones que no permiten hacerlo caen en desprestigio y no son respetadas. Este es el caso de la ciencia en el Perú, y las consecuencias nos están resultando muy caras. No solo al científico no se le premia ni reconoce en nuestro país, se le maltrata, pagándole tan mal que, o se va o se dedica a otra cosa.

Otras profesiones, aun en un país pobre y subdesarrollado, encuentran empleadores. Un arquitecto, un ingeniero, un médico, si son buenos en lo suyo, encontrarán quien les pague por su trabajo. No ganarán las fortunas que podrían ganar en el extranjero, pero podrán vivir decorosamente y, si ganan un premio, el reconocimiento los estimulará.

Desgraciadamente el científico, en un país pobre como el nuestro, solo puede esperar empleo en centros de estudios o con el Estado. En ambos casos está condenado a la miseria. A menos que consiga una donación específica para llevar a cabo una investigación determinada --que contemple su remuneración-- recibirá un sueldo que no guarda ninguna relación con sus conocimientos, estudios o la escala internacional; aun menos con sus necesidades. Si se dedicara a cualquier otra cosa, podría vivir menos mal.

Si logra un empleo equivalente en el extranjero podrá vivir bien. ¿Por qué?

En nuestra sociedad, hasta hace relativamente poco, lo correcto era tener dinero, no ganarlo. Todo el que necesitaba trabajar para vivir era inferior al que --por derecho divino, supongo-- tenía una hacienda, mina, banco u otra fuente de ingresos.

Ese privilegiado podía estudiar y adquirir gran cultura. Si la ciencia lo atraía más que los caballos de paso o las bellas letras, podía dedicarse a la ciencia. En ese caso tenía garantizado el respeto de sus pares porque, además de tener una sólida posición económica (merecedora de respeto), era sabio.

Mientras las haciendas y minas, con cholos baratos y "estabilidad política" garantizada, rindieran, nadie necesitaba estudiar ciencias. Había que tener contadores y abogados, unos cuantos ingenieros para la industria extractiva y plata para comprar "a los que saben" todo lo que se necesitara.

La carrera científica era una excentricidad admirada (no confundir con respetada) en la medida en que no se pretendiera vivir de ella.

A medida que nuestra sociedad cambia --o intenta hacerlo-- el hacer plata se ha puesto más de moda. Hoy nos parecemos más a los países capitalistas. Ya no importa que la plata no sea heredada y que se trabaje para ganarla, se la respeta... y mucho. En este proceso el Estado se ha dedicado principalmente a dar ocupación a los políticos.

¿Pero quién necesitaba ciencia y para qué? La enseñanza era una justificación para licitar colegios, aunque no hubiera quien enseñara en ellos. Las universidades, arenas políticas donde la enseñanza pasó a un tercer plano, no tenían dinero para sueldos decorosos. Así y todo, gracias a donaciones y necesidades de política internacional (seguimiento de satélites, investigación astronómica, alta atmósfera para radiocomunicaciones) se hizo observatorios, y se permitió funcionar a instituciones científicas.

Algo similar sucedió con la genética agraria y la investigación médica. Pero siempre al centavo, y casi sin ayuda gubernamental.

La ciencia en el Perú nunca tuvo reconocimiento, ni se consideró necesaria; fue adorno de ricos, o esfuerzo casi sobrehumano de unos cuantos. Al no ser reconocida ni respetada, la carrera científica no llegó a ser una alternativa por considerar. No hay en el Perú un científico decorosamente remunerado. No existe un premio a la ciencia, es más, no existe siquiera un concepto claro de lo que es ciencia y menos de lo mucho que la necesita cualquier país que quiere ser independiente.

Hoy la ciencia, la tecnología y la educación son factores indispensables para alcanzar el desarrollo. Nuestro atraso es, en gran parte, consecuencia de nuestra ignorancia, que se agrava día a día porque contiene el germen más efectivo para la autodestrucción: ¡está satisfecha consigo misma!

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