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miércoles, 13 de enero de 2010

El teletransporte se hace realidad

Científicos de EE UU logran que dos electrones interactúen a distancia, abriendo la puerta a las fantasías de teleportación de la serie «Star Trek»


POR VICENTE MONTES Oviedo / Boston,

J. N. / Agencias

Un equipo internacional de científicos, fundamentalmente de EE UU, ha demostrado que dos partículas elementales, situadas a prudente distancia, pueden entrelazarse cuánticamente, pueden estar relacionadas -y actuar una sobre otra-, lo que equivale a certificar la existencia de una acción a distancia, imposible en el mundo macroscópico, propio de la física clásica.



Este tipo de entrelazamiento, que permite teletransportar un estado cuántico de un lugar a otro, se publicará próximamente en «Physical Review Letters». En el experimento se emplearon electrones en un circuito superconductor.

A la hora de las aplicaciones del avance científico, destacan las posibilidades que ofrece el hallazgo para la construcción de ordenadores cuánticos, unas máquinas aún teóricas que multiplicarían espectacularmente la capacidad de las actuales computadoras.

El paso de los ordenadores convencionales, que responden a la física clásica o macroscópica, a las nuevas máquinas cuánticas -donde un elemento puede tomar varios valores o estados, no sólo dos-, multiplicará extraordinariamente la potencia de cálculo. Por otra parte, la transmisión de información a través de fenómenos como el entrelazamiento permitirá establecer comunicaciones más seguras. Si alguien no autorizado intentase apropiarse de determinada información, sencillamente la destruiría al pretender obtenerla.

En películas clásicas como la serie «Star Trek», el cómic «X-men» o, también, en filmes muy conocidos como «La Mosca», se ha especulado con las posibilidades de la teletransportación. La ficción está a punto de convertirse en realidad al menos para la escala de las partículas elementales.

El teletransporte consiste realmente en la posibilidad de trasladarse de un lugar a otro de forma prácticamente instantánea. En física teórica -y también ya aplicada- se habla más bien de transferencia de estados cuánticos y la correspondiente transmisión de información, energía, movimiento, momento y campo magnético.

Los experimentos de teletransportación lograron un importante éxito el año pasado cuando un equipo del Joint Quantum Institute, integrado entre otros por expertos de la Universidad de Maryland (EE UU), publicó en la revista «Science» la transferencia de estados cuánticos entre átomos separados entre sí un metro, algo que sólo se había conseguido realizar entre fotones. Antonio Acín, doctor en física teórica del Instituto de Ciencias Fotónicas (IFCO) de Barcelona, destacó en su momento que «el interés del experimento radica en que se teleportan estados de materia y no luz a una distancia importante».

Sumidos estos días en el rigor invernal, las temperaturas registradas en Asturias están bastante alejadas del frío extremo que azota otros puntos del planeta. La bajada del termómetro jamás registrada tuvo lugar en la Antártida, en la estación rusa de Vostok, en pleno invierno austral en julio de 1983. La temperatura fue de 89 grados bajo cero, pero no ha sido hasta hace bien poco cuando los científicos comprendieron las causas meteorológicas para que se produjera un dato tan singular. Por contra, la temperatura más elevada se midió en El Azizia (Libia), el 13 de septiembre de 1922: 57,8 grados centígrados.

Si consideramos la Tierra como planeta en su conjunto, la temperatura más elevada se registra en su interior. En su núcleo de rocas fundidas, los termómetros alcanzarían los 6.600 grados centígrados. Esa es una cifra similar a la temperatura en la capa más externa del Sol, en la denominada fotosfera. Pero es en el corazón de la estrella donde se lleva a cabo la fusión atómica del hidrógeno que permite la fabulosa producción de energía del astro. El proceso se produce a unos 15 millones de grados centígrados.

Sin embargo, en la Tierra pueden alcanzarse de un modo instantáneo en su superficie temperaturas de hasta 28.000 grados centígrados. ¿Dónde? En el aire atravesado por un rayo en una tormenta cualquiera. La gran descarga de electricidad estática que se produce conlleva un aumento de temperatura asombroso. Ese brusco calentamiento causa que el aire se expanda muy rápidamente y vuelva a contraerse con igual rapidez al enfriarse. Eso genera una onda que se transmite como un sonido ensordecedor: el trueno.

La temperatura tiene un límite inferior: nada en el universo puede estar por debajo de los 273,15 grados bajo cero.

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