El balón del mundial y sus sorprendentes efectos, pueden justificarse fácilmente con la teoría de interacciones dinámicas, igual que el vuelo del buumerang.
El balón oficial de la Copa del Mundo, el llamado “Jabulani”, que tantas críticas ha recibido por su trayectoria imprevisible, será examinado por la FIFA y los expertos, después del Mundial.
Los “extraños efectos” que realiza el balón oficial del mundial de fútbol, pueden ser fácilmente explicados con la teoría física propuesta por el español Gabriel Barceló. Desde hace ya mas de veinte años este doctor ingeniero español justifica la desviación del balón o de una pelota, el efecto de las pelotas de tenis o de ping pong o la trayectoria curva de las bolas de golf mediante la teoría de Interacciones Dinámicas (TID). Esta teoría física describe el comportamiento de los cuerpos sometidos a aceleraciones por rotación, desde un balón de fútbol a una estrella en rotación.
Esta teoría permite comprender con facilidad la trayectoria del “Jabulani” y la razón de sus posibles cambios, de la misma forma que se explica, con esa misma teoría, el característico vuelo del bumerán o la rotación de las galaxias en el espacio.
El también ingeniero español Arturo Rodriguez, colaborador del Dr. Barceló en este proyecto de investigación es quien conoció primero los efectos del “Jabulani” y quien confirmó su comportamiento, conforme a la TID, con este razonamiento: Según la Física oficial u ortodoxa, la causa de los efectos que se producen en el balón de fútbol (y que desvían la trayectoria rectilínea en una circular) son de origen aerodinámico, es decir, surgen a partir de la interacción de la superficie del cuerpo (balón) con el medio (corrientes de aire). Se atribuye habitualmente esa desviación del balón, erróneamente, al denominado “Efecto Magnus”, sin cuantificación ni suficiente rigor.
Pero el caso es que la superficie del “Jabulani” es idéntica a la de otro balón de fútbol cualquiera (forma, tamaño, peso, material, rugosidad, etc …). Lo que diferencia a este balón de otros es exclusivamente la estructura interna, que en este caso está formada por una capa de sectores esféricos de goma en lugar de una estructura homogénea y continua de los balones tradicionales. Por lo tanto, todo indica que es esta diferencia lo que provoca un comportamiento dinámico diferenciado.
Resumiendo, según el análisis derivado del efecto “Magnus”, dicha estructura interna del balón no tiene ninguna relevancia, ya que la Física ortodoxa solo tiene en cuenta los efectos aerodinámicos que se producen entre la superficie del balón y el medio (aire).
Esta contradicción evidente es una prueba de que el modelo físico-matemático comúnmente aceptado hasta el momento no sería correcto. He estado pensando sobre este tema y he llegado a la conclusión de que este fenómeno es una confirmación de que la Teoría de Interacciones Dinámicas es correcta.
El Dr. Barceló publicó ya en 2005 el libro “El vuelo del Bumerán” en el que se exponía la TID, reiterando su argumentación con el texto “Un mundo en rotación” publicado en 2008. En ambos libros analiza los cuerpos en rotación, e insiste reiteradamente en buscar nuevas soluciones a los problemas rotacionales planteados, tanto en relación con la trayectoria de los balones y pelotas con efecto, como en otros fenómenos similares de la astrofísica o, incluso, de sus posibles aplicaciones en astronáutica. Esta teoría ha sido presentada en diversos congresos de física y matemáticas, y ha sido publicada en distintas revistas.
Después de tantos años, este balón puede ser la prueba de la teoría, ya que al no ser homogéneo, se producirán pares internos debido al desigual efecto del peso de cada sector del balón, de tal forma que la gravedad favorecerá la existencia de trayectorias curvas en el balón “Jabulani”. Mediante esta teoría se puede diseñar balones “con efecto” o sin él.
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