José Bellido, PhD.
A pesar de los aceleradores, la física de partículas elementales, desde sus inicios, estudió los rayos cósmicos menos energéticos (energías menores a 1015 eV), y actualmente, los rayos cósmicos son todavía utilizados para estudiar interacciones de partículas con energías mayores a las disponibles en los acelerados de partículas.
The University of Adelaide, Department of Physics and Mathematical
Physics
AUSTRALIA.
jbellido@physics.adelaide.edu.au
Los rayos cósmicos son partículas subatómicas
(protones, núcleos atómicos, neutrinos, fotones, etc.) que viajan por el
universo con un espectro amplio de energía.
Gracias al desarrollo de la tecnología, en las últimas
décadas se han construido aceleradores de partículas que generan protones con
energías entre (1012 –1015) eV.
Estos aceleradores de partículas han
permitido desenvolver la física de partículas elementales, la cual trata de
descifrar la naturaleza de la materia, es decir, identificar las partículas
elementales existentes en nuestro universo y modelar el tipo de interacciones a
las que estas están sujetas.
A pesar de los aceleradores, la física de partículas elementales, desde sus inicios, estudió los rayos cósmicos menos energéticos (energías menores a 1015 eV), y actualmente, los rayos cósmicos son todavía utilizados para estudiar interacciones de partículas con energías mayores a las disponibles en los acelerados de partículas.
A mediados del siglo XX Pierre Auger descubrió que
rayos cósmicos con energías superiores a 1015 eV inciden
continuamente en nuestra atmósfera, los cuales al interactuar con esta, inician
una gigantesca cascada de partículas. Varios años después, se detectó por
primera vez un rayo cósmico con una energía superior 1020 eV, más de
un millón de veces más energético que partículas aceleradas en los aceleradores
más modernos.
Los rayos cósmicos energéticos, especialmente
aquellos con energías superiores a 1020 eV encierran algunos
enigmas. No se conoce ningún objeto astrofísico capaz de generar partículas con
tales energías. Los fenómenos más energéticos que se conocen en el universo son
explosiones o colapso de estrellas (supernovas) y choques de galaxias, pero de
acuerdo a las interacciones físicas que actualmente conocemos, ninguno de estos
fenómenos sería capaz de generar partículas con energías superiores a 1016
eV.
Después de varias décadas de detectar y analizar
rayos cósmicos energéticos, debido a la escasa estadística, poco o nada se sabe
sobre el origen de los rayos cósmicos energéticos. Solo se sabe que no pueden
venir de muy “lejos”, no más de 300 millones de años luz, porque encaso
contrario, perderían energía al interactuar con el medio Intergaláctico
(especialmente con la radiación de micro ondas de fondo “CMBR”) en su viaje
hacia la tierra.
Para explicar el origen de los rayos cósmicos
energéticos, se han propuestos modelos que van desde los conservadores, hasta
los más exóticos. Los modelos conservadores tratan de explicar el origen de los
rayos cósmicos energéticos a través de escenarios que envuelven aceleración de
partículas en campos magnéticos y/o en ondas de choque generadas en supernovas,
en núcleos de galaxias activas (AGN), etc.
Los modelos exóticos, intentan explicar el origen
de los rayos cósmicos energéticos como el producto del decaimiento de
partículas súper masivas (partículas X), y/o como el producto de interacciones
de defectos topológicos. Las partículas X son restos de una etapa primordial
del universo, y los defectos topológicos son fases correspondientes a un
universo primordial que quedaron atrapadas dentro de un medio que se fue
enfriando conjuntamente con el universo.
Afortunadamente para nuestra existencia, el flujo
de rayos cósmicos energéticos es bastante bajo, aproximadamente solo cada 100
años cae sobre un kilómetro cuadrado un rayo cósmico con energía superior a 1020
eV.
Por consiguiente, para el estudio de rayos cósmicos
energéticos, ha sido necesaria la construcción de detectores capaces de
detectar rayos cósmicos sobre extensas superficies. En los EE.UU., el detector
HiRes cubre una superficie de 20 Km de radio y el detector AGASA en el Japón,
cubre una superficie de 100 km2.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario